martes, 14 de octubre de 2008

LA PRIMERA CENA


Hay días que percibes desde que amanecen y abres los ojos a la mañana que algo te va a sorprender y otros que esperas y quieres que ocurra algo a tu alrededor, porque en algún instante llegas a creer que te hayan apeado del mundo, e incluso das por hecho que ni éste gira ya sobre su eje.

Hay días grises, días azules, días negros, días rosas, … y, como canta Luz Casal, también hay días marrones.

Y hay días que llegan cargados de buenas nuevas y otros que pienso que tal vez haya sido mejor no haberse levantado de la cama.

Hay días... y días... y todos los días pasa un día... y ayer fue otro día.

La mañana se dibujó soleada, aunque con un golpe de viento tornó boba mi sonrisa nublando mis ojos ya de por sí tristones. Se produjo tormenta en mi interior… ¡y no llovieron chaparrones!

La sorpresa y el desconcierto se presentaron como compañeras de paseo y con ellas me senté a la sombra de los árboles buscando la solución al pasatiempo que jugaba en mi cabeza. ¿Qué me esta pasando?

Al mediodía todo parecía estar controlado o tal vez sin apenas darme cuenta me planté y con un basta ya, decidí poner al mal tiempo... ¡buena cara!

La tarde llegó, pasó y dejó ilusiones en las que poder refugiarse y mantener la cabeza entretenida. Y casualidades de la vida, algo previsto con anterioridad, un par de días antes, se convirtió en el ancla para esa tempestad. ¡Bendita sea la hora! Se hubiera podido suspender, lo pensé, pero una vez más fui consciente y... ¡el espectáculo debía continuar!

Nueve y media de la noche, sombra aquí, sombra allá... Se abrió paso un nuevo día y me abandoné a los tiempos que marcaba su reloj. Era un día dentro de otro día. ¿Qué me está pasando?

Primos, sobrinos y tíos alrededor de un mantel rayado en tonos morados, verde, mostaza y rojo… Hubo vino, pasta y ensaladas… Las risas ya estaban aseguradas de antemano y las conversaciones se improvisaron del todo a la nada. Era la primera cena del otoño… ¡y lo de menos fue el comer!

Ayer fue un día inclasificable, pero con final feliz.
Final de cuento con su colorín, colorado y por moraleja aquel dicho popular que reza así: "Hoy es el primer día del resto de tu vida"... y ¡aplícatelo, corazón!

Finalmente, un día como el de ayer tuvo como broche final una sonrisa en mi cara.


PD.: Mi agradecimiento más sincero y un beso inmenso a Nacho, Paco, Sofía y todos los Díaz reunidos.

¡Viva mi gente buena!

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